Couchsurfing y la Hospitalidad Iraní (primera parte)

Después de publicar Reflexiones previas a nuestro viaje a Irán, y Reflexiones post viaje a  Irán, me he puesto a escribir sobre el tema que más me apetecía explicar… Couchsurfing y la Hospitalidad Iraní.

En nuestra experiencia por Irán estos dos conceptos van unidos, Couchsurfing y la hospitalidad iraní van de la mano, no puedo hablar de ellos por separado.

Irán fue el primer destino en el que nos planteamos hacer Couchsurfing.

Couchsurfing es una web que conecta gente que busca alojamiento con gente dispuesta a alojar, todo de forma gratuita. Pero no sólo es eso, va mucho más allá. No es solo ahorrarte un dinero en alojamiento. Couchsurfing conecta viajeros de todo el mundo dispuestos a vivir experiencias más completas, a compartir tiempo los unos con los otros y te permite vivir como lo hace un local. Si lo único que te interesa es ahorrarte un dinero y ir a tu aire, couchsurfing no es para ti.

Esto no pretende ser una guía de como funciona Couchsurfing, es una explicación de nuestra propia experiencia.

Unos meses antes del viaje, abrimos nuestro perfil en la web. Y empezamos a estudiar con detalle los perfiles de la gente que se ofrecían como anfitriones. Al principio nuestros requisitos eran muchos. Buscábamos familias con hijos, que aceptaran niños, que tuvieran referencias, que tuvieran habitación privada donde dormir, que alojaran a 3 huéspedes, que no se fumara en casa… ¡Por pedir que no quede!

Era nuestra primera vez. Y a la vez que ilusionados, nos daba un poco de miedo. Poco a poco fuimos contactando con las personas que cumplían nuestros requisitos. Y no fue fácil. Encontrar personas que estuvieran dispuestas a alojarnos siendo tres (y uno de ellos un niño pequeño) no fue fácil la verdad.

Muchos ofrecían habitaciones compartidas, con colchones en el suelo. Y a priori, esta no era un opción para nosotros, y más estando yo embarazada. Digo a priori porque más adelante veréis como acabamos durmiendo en el suelo y la experiencia no fue tan mala…

Otra dificultad añadida fue no saber las fechas exactas en las que buscábamos alojamiento. Fuimos a Irán en un viaje completamente por libre, sin organización previa, y eso complica las cosas. Buscar un anfitrión si no puedes confirmarle las fechas exactas no es fácil. Nuestro plan inicial de ruta era uno, pero lo fuimos cambiando en función a las respuestas de solicitudes de couchsurfing.

Tuvimos una dificultad aún mayor, que fue viajar a Irán en época del “Nowruz” (año nuevo iraní). El Año Nuevo Persa comienza el día de “Nowruz”, el primer día de la primavera. Esta fue la mayor dificultad de todas. Durante el Nowruz los iraníes viajan mucho, lo celebran con toda la familia, y muchas personas nos respondían diciendo que en cualquier otra época del año no hubiese habido problema, que estarían encantados de recibirnos, pero que en época del Nowruz no podían alojarnos.

Empezamos a contactar con los anfitriones dos meses antes del viaje. Algunos nunca nos respondieron, y algunos nos respondieron rechazando nuestra solicitud porque por el motivo que fuera no podían alojarnos.

Entonces publicamos el viaje de forma pública en la web y algunas personas contactaron con nosotros ofreciéndose a alojarnos. Algunos nos pedían dinero a cambio de alojamiento (algunas personas usan Couchsurfing en Irán como si fuera un Airbnb, ya que la página Airbnb está prohibida en el país). Otros no nos podían alojar pero nos ofrecían sus servicios como guías.

Y algunas personas se ofrecían a alojarnos pero por lo que fuera sus perfiles no nos acababan de inspirar confianza. Para nosotros es muy importante verle la cara a la persona que va a alojarnos. Hay perfiles sin fotos de la persona, o sin información, y esos perfiles yo siempre los descartaba. Al final tener o no referencias pasó a un segundo plano y ya no tuvo tanta importancia, pero esos perfiles incompletos sin fotos no me inspiraban confianza. Al final es un tema de tener una buena sensación al leer el perfil y ver las fotos. Es un tema de feeling.

Finalmente conseguimos tres confirmaciones de alojamiento. Una en Shiraz, otra en un pueblo a medio camino entre Shiraz e Isfahan, y otra en Isfahan.

Pocos días antes del viaje, Mohsen (nuestro anfitrión en Isfahan) nos escribió para decirnos que le había surgido un viaje y que en esas fechas no nos iba a poder alojar. Un chico encantador. No solo nos ofreció un plan B (nos puso en contacto con otro miembro de Couchsurfing amigo suyo que si que podía alojarnos), sino que además se ofreció a buscarnos un apartamento de alquiler para esos días si por lo que fuera no nos podíamos alojar con su amigo.

Nos fiamos de él. Leímos el perfil de su amigo, le enviamos una solicitud y aceptó.

Así que partíamos de viaje con tres anfitriones confirmados, y el resto de noches las pasaríamos de hotel.

Nuestra primera anfitriona era Maral, una chica de Shiraz que se ofreció a alojarnos cuándo leyó nuestro viaje publicado de forma pública en la web. No había sido nunca ni anfitrión ni huésped, no tenía referencias, pero nos pareció una buena opción. Seria la primera vez, para nosotros y para ella.

Llegamos a Irán, pasamos dos noches de hotel en Teherán, y justo la noche antes de llegar a Shiraz, cuándo le escribimos para confirmarle la hora de llegada, nos escribe diciéndonos que le ha surgido un imprevisto y que no puede alojarnos.

Como una jarra de agua fría nos cayó la noticia. En fin, son cosas que pueden pasar, pensamos, y a nuestra llegada a Shiraz buscamos un hotel donde alojarnos.

Estuvimos 3 noches en Shiraz, y uno o dos días antes de irnos contactamos con Fatma, nuestra anfitriona en Safashar, un pueblo entre Shiraz e Isfahan, y esta nos respondió que finalmente tampoco podía alojarnos. Vaya, ahí fue donde empezamos a pensar que quizás nos iríamos de Irán sin probar la experiencia del Couchsurfing…

Aún nos quedaba una última esperanza, Alireza (el amigo de Mohsen) nuestro anfitrión en Isfahan.

Ahí nos pusimos a la búsqueda de un anfitrión en Kashan, y prácticamente en el momento en que nos anuló Fatma, contactamos con Yossuf, en Kashan, y aceptó nuestra solicitud.

Esto es lo que tiene couchsurfing, incertidumbre hasta el último momento, tanto para bien como para mal.

Como Fatma no nos pudo alojar las dos noches que teníamos pactadas en Safashar, decidimos no parar ahí y hacer el trayecto en bus directo desde Shiraz hasta Isfahan. Así llegaríamos dos días antes de lo previsto y tendríamos más días para conocer la ciudad.

Contactamos con Alireza, nuestro anfitrión en Isfahan, para confirmar que sí que podía alojarnos, y nos confirmó que sí. ¡Bufff qué alivio! Teníamos pactadas con él 3 noches, y llegamos 2 días antes a la ciudad. No queríamos abusar de su hospitalidad y al llegar buscamos un hotel para las primeras dos noches. Una vez instalados le escribimos para informarle que habíamos llegado antes pero que para no molestarle o ponerlo en un compromiso, estaríamos en el hotel las dos noches, y nos instalaríamos en su casa el día previsto.

Él, muy amable en todo momento, nos ofreció instalarnos en su casa desde el primer día, pero pensamos que 5 noches seguidas quizás era abusar.

Finalmente llegó el día y con nuestras mochilas nos subimos a un taxi dirección a casa de Alireza.

¡Qué nervios! Era nuestra primera vez y se mezclaban la emoción y la incertidumbre por no saber qué nos íbamos a encontrar.

Con Alireza, nuestro anfitrión en Isfahan.

Nos recibió en la puerta de su casa, muy amigable y simpático. Un chico joven de 23 años estudiante de medicina en Filipinas, que vivía en Irán junto con su madre y su hermana. Estaba pasando una temporada en Irán porque su padre había fallecido poco tiempo atrás.

Al entrar en su casa, nos hizo sentir como en nuestra casa. Llegó su madre, Shokouh, nos ofreció fruta, dulces y té, y estuvimos un rato charlando. Disfrutamos juntos de una comida casera buenísima.

Nuestra primera comida en casa de Alireza.

El único de la casa que hablaba inglés era él. La casa sólo tenía dos habitaciones. En una dormían la madre y la hija, y en la otra dormía Alireza. Nos ofreció su cama y su habitación y nos dijo que él dormiría en el suelo del salón.

El salón.
Nuestra habitación.

Nos comentó que ese mismo día llegaba otro huésped de Filipinas y que al día siguiente llegaban dos chicos de Alemania. Después de comer, él tenía que esperar al chico de Filipinas, así que nosotros nos fuimos a visitar la ciudad y él quedó en contactarnos mas tarde para encontrarnos en algún lugar.

Ya al anochecer nos llamó y apareció con Kenneth, el chico de Filipinas. Vinieron a donde estábamos nosotros. Nos estuvo enseñando lugares de su ciudad y pasamos un buen rato. Fuimos a comprar unas pizzas para cenar y las llevamos a su casa.

Al despertar, su madre preparó el desayuno para todos.

Shokouh, su madre, fue un encanto, nos cocinó y nos cuidó todo el tiempo con muchísimo amor. Éramos la primera familia a la que recibían. Estaban acostumbrados a recibir a viajeros jóvenes, pero era la primera vez que una familia con un niño se alojaba con ellos. Y Shokouh se desvivía porque tanto a nuestro peque como a mí no nos faltara de nada. Creé un vínculo tan fuerte con ella, que el día que nos despedimos acabamos las dos llorando abrazadas. Y no hizo falta hablar el mismo idioma, siempre nos pudimos comunicar con gestos y abrazos. El idioma universal.

Ese día salimos todos juntos. Alireza, el chico de Filipinas, los chicos de Alemania que ya habían llegado, y nosotros. Y nos fuimos a visitar el barrio armenio. Comimos y pasamos el día juntos.

En el bus camino del barrio armenio. Con Alireza, Kenneth (Filipinas) y los dos chicos de Alemania.
Comiendo juntos.

Ese día Alireza nos quiso enseñar tantas cosas de Isfahan que mi cuerpo de embarazada casi no lo resiste jeje. Caminamos muchísimo. Alireza nos contó que al día siguiente era el cumpleaños de su madre, y de uno de los chicos alemanes; y nosotros, como agradecimiento por todo lo recibido, decidimos comprarle un regalo a su madre. Le regalamos un hijab (un pañuelo para la cabeza).

Llegamos a la casa, cocinamos tortilla de patatas para todos en señal de agradecimiento, comimos pastel y le entregamos el regalo a su madre. No se lo esperaba. Y se emocionó. Nunca ningún huésped de couchsurfing le había comprado un regalo a ella.

Con Shokouh, la madre de Alireza. El día en que le regalamos el hijab. Nosotros le regalamos el de la foto, y ella me regaló a mí el azul de la foto también, porque ese día era el día de la madre en Irán. Lo dicho, un encanto de mujer.

Al día siguiente era el gran día, el día del año nuevo persa, el Nowruz. Ese día lo celebramos en familia. Vinieron familiares a comer a casa. Cada uno comía donde podía, unos en el suelo, unos en el sofá…. Nos repartieron regalos, bebimos té, comimos frutas y dulces sin parar ¡Nos pasamos todo el día comiendo! Y nos hicieron sentir parte de la familia.

¡Qué gran experiencia!

Foto de familia el día de la celebración del Nowruz.

Esa misma noche nos propusieron de ir a algún sitio a fumar “shisha” con los primos de Alireza. Llevábamos todo el día comiendo, era tarde y yo ya no podía más, y sabía que la vuelta iba a ser muy tarde. Fue el primer día en que dije que no a algo. Necesitaba descansar un rato, ir a dormir pronto, y estar tranquila. La madre de Alireza, su hermana y su tía se quedaban en casa, así que utilizando un poco la excusa de nuestro peque, lo tarde que era, y que él estaba cansado, conseguí quedarme en casa con las mujeres y mi hijo. Jaume, mi marido, si que fue con ellos. Ellos regresaron a la 1 de la madrugada y entre que cenaron y todo se acostaron muy muy tarde.

La decisión de quedarme en casa fue la mejor decisión que pude tomar. En el momento en que todos los hombres salieron de la casa, las mujeres se quitaron el pañuelo de la cabeza, las ropas oscuras y se pusieron cómodas. La madre de Alireza nunca se había quitado el pañuelo delante nuestro. A mi me hicieron sentir cómoda desde el primer momento y me dijeron que en su casa podía ir con la cabeza descubierta. Esas horas en las que sólo éramos mujeres en casa me encantaron. No hablábamos el mismo idioma, pero nos comunicábamos, y pude ver como se cubrían la cabeza y el cuerpo con una tela blanca y rezaban, primero la madre de Alireza y luego su tía. Fue un momento muy íntimo que compartieron conmigo y a mi me encantó estar ahí.

Al día siguiente nos teníamos que ir de casa de Alireza, dirección a Kashan. Pero estuvimos tan bien con él que le pedimos quedarnos un día más, y él aceptó sin problemas. Así que al final acabamos quedándonos 4 noches en total.

El último día lo queríamos dedicar a disfrutar de Isfahan, los tres, a nuestro aire, volver a la plaza del Imán, visitar algunas mezquitas que teníamos pendientes, y disfrutar de una ciudad que nos enamoró desde el minuto uno.

Da igual los planes que hagas. Siempre aparecerá algún iraní que te los cambiará jeje. Estábamos en la plaza del Imán, cuando aparece Alireza con Kenneth y nos cuenta que sus abuelos nos invitan a comer en su casa hoy. Como nos sabía mal declinar la invitación, y creemos que es de mala educación, dejamos de lado nuestros planes y nos vamos con ellos a casa de los abuelos de Alireza. Llegamos y ¡Dios! Ahí no están solo los abuelos ¡está toda la familia! Había gente por todos lados, abuelos, tíos, primos…

En casa de los abuelos.

La tía de Alireza, yo, su abuela y Shokouh, su madre.

Comimos juntos y mas tarde nos llevaron a cenar a un centro comercial.

Los días en casa de Alireza fueron geniales, pero muy cansados. Llegábamos cada día a casa pasadas las 12 de la noche. Muchos días cenábamos a la 1 y charlando y charlando nos acostábamos a las 3 de la madrugada… Mantener ese ritmo durante cuatro días fue duro para mi. De un sitio a otro, caminando un montón. Y durmiendo poco, porque nuestro peque se quedaba dormido en cualquier lugar y pronto por la mañana ya se levantaba con las pilas cargadas y dispuesto a comerse el mundo. Y nosotros arrastrándonos del sueño… Y yo embarazada…

Pero valió la pena, y mucho.

Alireza se convirtió en un amigo de verdad. Fue un chico agradable, divertido, sencillo, y nos acogió en su casa como si fuéramos amigos de toda la vida. Demostró que le gustan los niños y nos hizo sentir muy bien en su casa. Tanto él como su madre se portaron de maravilla con nosotros. De hecho, se ha convertido en un amigo, y esperamos verle pronto, quizás en Filipinas, quizás nuevamente en Irán o quien sabe, quizás en nuestra casa en Barcelona.

Kenneth, el chico de Filipinas, muy acostumbrado a Couchsurfing (tanto como huésped como haciendo de anfitrión en su casa de Filipinas) nos advirtió. Alireza era el mejor anfitrión con el que había tratado. No todos los anfitriones son iguales. No todas las experiencias de Couchsurfing son tan enriquecedoras como ésta, nos dijo.

Creemos que tuvimos mucha suerte. Suerte por acabar en casa de Alireza, suerte por haber experimentado nuestra primera vez en un país como Irán con una gente tan hospitalaria, y suerte por haber elegido viajar durante el Nowruz.

Estamos seguros que dependiendo del país, la gente debe ser muy distinta, y la experiencia, radicalmente distinta.

Dos semanas después de volver del viaje, nos escribió Mohsen, el chico de Isfahan que no nos pudo alojar y el que nos puso en contacto con Alireza. Nos preguntaba como había ido todo, como habíamos estado en casa de su amigo, que nos había parecido su ciudad y su país. Hasta él al que no conocimos en persona ha demostrado preocuparse por nosotros de una manera excepcional.

Este post se me ha alargado más de la cuenta. ¡Quiero compartir con todos vosotros esta experiencia tan maravillosa!

Si has llegado hasta aquí, ¡enhorabuena! ¡Gracias por leer hasta el final!

Me falta explicaros nuestra segunda experiencia de Couchsurfing, esta vez en la ciudad de Kashan. Esa nueva experiencia dará para otro post entero que pronto podréis leer.

¡Estar atentos!

8 comentarios en “Couchsurfing y la Hospitalidad Iraní (primera parte)”

  1. Me ha encantado conocer vuestra experiencia, estamos planeando usar este método próximamente y aunque como bien dices, no siempre serán experiencias tan enriquecedoras, esperamos tener la misma suerte.

  2. Que bueno que hayáis tenido buena experiencia! La verdad que couchsurfing es una buena forma de relacionarte más de cerca con la cultura local y conocer sus costumbres. Esperamos vuestra segunda parte.
    Besos

    1. Mikel y Maialen! Que alegría leeros! Couchsurfing nos ha encantado! Repetiremos! Un abrazo enorme y a seguir recorriendo Sudamérica en bici!!

  3. Que ilusion leer este post! me muero por ir a Iran y saber que son tan hospitalarios me entran aun mas ganas!!! Como me ha gustado la parte que dices que llorasteis con la madre al despediros, me ha pasado taaaaantas veces!! 😉

    Espero la segunda parte!!

    1. Meritxell! La segunda parte la publico en breve, ya la tengo lista! Recomendamos 100% viajar a Irán! Es un país maravilloso y su gente un encanto! Me alegro de saber que no soy la única que llora. Me encariño muy rápido de la gente.
      Un abrazo!

  4. Felicidades por el artículo Patri! Me ha gustado mucho conocer vuestra experiencia de Couchsurfing en Irán! Y hasta me ha hecho emocionar :S Esperamos pronto la seguna parte! Ya veo que con tanta comida Jaume no se quedó con hambre 😛

    1. Josep! Que alegría tu comentario! Tranquilo, que ni Jaume ni ninguno de nosotros pasamos hambre! La comida está buena, es un poco repetitiva, pero buena! Y los iraníes con tanta hospitalidad nos hicieron engordar algunos kilos seguro!
      Un abrazo familia viajera!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio