Couchsurfing y la Hospitalidad Iraní (segunda parte)

Después de haberos explicado con pelos y señales nuestra maravillosa primera experiencia de Couchsurfing en Isfahan en casa de Alireza; paso a contaros como fue nuestra segunda experiencia, esta vez en la ciudad de Kashan.

El listón estaba muy alto. Veníamos de Isfahan felices por todo nuestro tiempo allí. Nos encantó la ciudad, la gente que conocimos, la familia de Alireza… Todo fluyó y los días pasaron volando.

Llegamos a Kashan. Contactamos con Yossuf vía WhatsApp ya desde el bus, informando de la hora de nuestra llegada. Una vez allí fuimos en taxi hasta la dirección que nos facilitó. Llegamos al punto de encuentro, lo llamamos por teléfono y nos dice que su padre nos viene a recoger, que él está descansando, y que luego nos vemos. Aparece su padre, Hamid, con un niño de 7 años.

Yossuf, un joven de 22 años, tenía buenas referencias pero no sabíamos muy bien a donde íbamos. No había fotos de su casa en su perfil. Él vivía independiente en su apartamento pero nos alojó en casa de sus padres, no en su apartamento.

Con Yossuf, nuestro anfitrión en Kashan.

No sabíamos entonces que tenía un hermano, Benjamin, de 7 años. No lo ponía en su perfil. Entramos a la casa y conocemos a su madre, Sedigheh. Nos ofrece té y frutas.

Nuestro peque se pone a jugar con Benjamin al instante. Llevábamos allí un rato y no sabíamos si Yossuf iba a venir, si no… Su padre no hablaba inglés, sabía cuatro palabras pero no más. Su madre, nada de inglés. Y ahí estábamos nosotros, un poco a la expectativa y esperando a ver que sucedía. Veníamos de pasar 3 horas en un bus, y no habíamos comido. Al cabo de un rato, nos ofrecen comer, y aceptamos. Comemos todos juntos. Yossuf aparece después.

Nuestra primera comida en casa de los padres de Yossuf.

Al principio estábamos extrañados. Su madre nos parecía muy joven como para ser su madre. A su llegada le preguntamos, y nos contó que su madre lo tuvo con tan sólo 15 años. Y él se llevaba 14 años con su hermano Benjamin.

Su madre en todo momento fue un encanto con nosotros.

Con Sedigheh, la madre de Yossuf, de tan sólo 37 años.

Su padre, tenía un carácter más seco. Luego nos dimos cuenta que era una buena persona, pero la mayor parte del tiempo parecía enfadado.

Esa tarde nos llevó a dar una vuelta por el bazar de Kashan. Fuimos con él y junto con su madre y su hermano.

Esa noche tenían cena familiar en casa de un hermano de su padre. Nos explica primero que el hermano de su padre no nos ha invitado, y que a él tampoco. Nos cuenta que es un tío con el que no tiene buena relación y que no nos invita, ni a nosotros ni a él. Así que en principio, nosotros nos quedábamos solos en casa. Yossuf se va, no sabemos a donde. No nos lo cuenta. Lo único que nos dice es que no cena con nosotros. Su madre nos explica que tenemos huevos en la nevera, y pan. Y se van todos. Y nos quedamos solos.

Estábamos agotados. Veníamos de casa de Alireza, de dormir poco. La noche antes nos habíamos acostado tarde, y ese día había estado agotador entre las horas de bus y recorrer el bazar por la tarde.

Nos pareció una idea genial que no nos invitaran a cenar. ¡Por fin un día podríamos ir a dormir pronto!

Nos duchamos los tres, y cuando ya estábamos con el pijama puesto, y eran las 10 y media de la noche, aparece de golpe Hamid, el padre, diciéndonos que nos vistamos que tenemos que ir a casa de su hermano a cenar. A mi se me cayó el mundo encima. Estaba tan cansada, ya con el pijama puesto, con el pelo aún mojado… y ver a Hamid ahí insistiendo en que nos tenemos que vestir, que en 5 minutos salimos, que se me cayó el mundo encima.

¡Se ve que el tío en el último momento se lo había pensado mejor y había decidido invitarnos! ¡A las 10 y media de la noche!

Hamid era muy serio, hablaba poco inglés. Yo intentaba decirle que estábamos muy cansados, que necesitábamos dormir, que por favor nos dejara quedarnos durmiendo, que ya era muy tarde… Y él con semblante enfadado, seguía con lo suyo, que nos vistiéramos que nos íbamos. Y no nos daba más opción.

Yo ya no sabía como hacérselo entender. Fue un momento tenso. Por un momento tuve que mirar por mi. No podía. Yo embarazada y con el ritmazo que llevaba ya no podía más. Necesitaba descansar ni que fuera una sola noche.

De repente, en medio del estira y afloja aparece Yossuf. Le explicamos la situación. Se lo explica a su padre. Se enfadan entre ellos. Yossuf nos decía que no pasaba nada, que si estábamos cansados, que nos podíamos quedar en casa. Pero su padre no opinaba igual.

Yossuf se va con su padre a cenar a casa de su tío. Y nosotros conseguimos quedarnos durmiendo.

La situación no me gustó nada. Si desde un inicio nos hubieran invitado, pues ya hubiéramos ido sin plantearnos la opción de quedarnos en casa. Pero fue raro. Primero no nos invita. Después, cuando ya estábamos duchados y con el pijama puesto, aparece exigiendo que tenemos que ir. No entendimos muy bien que pasó. Y esa situación nos hizo sentirnos incómodos en esa casa.

Tengo que reconocer que ahí me di cuenta de lo bien que habíamos estados en casa de Alireza, en Isfahan. Donde nada era impuesto y todo era acordado.

En fin. Cocinamos una tortilla, cenamos, y nos acostamos. Estábamos rendidos. Ya veríamos al día siguiente como estaba el ambiente.

En esta casa no había habitaciones. Había un salón, una cocina y una baño. Y una habitación pequeña sin camas donde guardaban sus cosas.

Dormimos en el suelo con unos colchones (llámale colchones, llámale mantas gruesas). Una cortina separaba el espacio donde dormíamos nosotros del resto del salón. Esa noche descubrimos que ellos dormían siempre con colchones en el suelo del salón. No tenían camas. En el salón se comía, se hacía vida, y se dormía.

Nuestro lugar para dormir.

Al despertarnos, Hamid estaba serio con nosotros. Desayunamos todos juntos (Yossuf también había dormido en el salón) y nos fuimos a visitar el pequeño pueblo de Abyaneh. Vino su padre con nosotros.

Volvimos a casa para comer y nos dijeron que nos íbamos al pueblo de la madre, a pasar la tarde y cenar allí con la familia, en casa de la abuela.

A las 5 de la tarde ya estamos en el pueblo. Un pueblo muy pequeño, muy rural, con cabras, perros y demás animales por ahí. Y nosotros sin saber muy bien que hacer. Haciendo tiempo esperando la cena. Nos ofrecieron dulces, té (mil veces) y fruta. Y así fuimos pasando la tarde.

En casa de la abuela de Yossuf.

Familiares iban y venían. Ellos también. Aprovecharon para ir a visitar a otros familiares del pueblo. Sedigheh, la madre de Yossuf, me pide que la acompañe a visitar a unos familiares. Sólo a mi.

Ella que no habla nada de inglés y yo que no hablo nada de farsi, nos vamos las dos juntas. Me lleva a casa de una tía suya. Entramos. Yo llevo toda la tarde comiendo y ya estoy a punto de explotar. Los iraníes no paran de ofrecernos comida cada 5min, y por no quedar mal, y ser agradecidos, nosotros vamos comiendo.

Llegamos a casa de la tía, y la situación se repite. Me sirven un té, dulces, fruta y frutos secos. Y yo por no quedar mal como y como. Y sonrío, porque no entiendo nada de lo que me dicen. Por lo que deduzco, ¡me dicen que estando embarazada tengo que comer! ¡Y yo a punto de explotar! ¡Ya no tengo sangre en las venas, sólo corre té por mi cuerpo!

Y a la vuelta a la casa de la abuela, me ofrecen más comida y más té jeje. ¡Como si no llevara toda la tarde bebiendo té y comiendo allí! La situación era surrealista y no podía hacer otra cosa que reírme. Muy hospitalarios son ellos.

Con la abuela de Yossuf, una prima o mujer de algún primo (no lo recuerdo) y su madre.

Hubo un momento en que tanta hospitalidad me desbordó. Los familiares de Yossuf encantadores, todos preocupados por mi y por que comiera. Y yo sonriendo, hinchada a té y dulces.

El momento de la cena.

Cenamos, pero antes de regresar a casa, aún tuvimos tiempo de pasamos por casa de otros familiares.

¡En cada casa en la que entramos nos ofrecen comida!

Al día siguiente iríamos a otro pueblo, cerca del desierto, esta vez a comer con toda la familia de Hamid, el padre.

Llegamos a casa de la hermana de Hamid y ahí si no hay 50 personas no hay nadie. ¡Que cantidad de gente!

Una familia grandísima. Abuelos, tíos, primos, nietos…

Estas fotos de grupo las hicimos ya por la tarde, cuando muchos familiares ya se habían ido.

Ahí vimos a Hamid más relajado, rodeado de su familia, cantando y riendo.

Ese día lo pasamos realmente bien. Su familia fue encantadora. Nos hincharon a té y a comida de nuevo. Había varios niños y nuestro peque se lo pasó bomba. Nos trataron muy bien. Nos preguntaron de todo. Estaban muy curiosos de saber sobre nosotros, sobre nuestra vida, y sobre nuestra experiencia en Irán. Nos preguntaron desde cuánto cuesta un paquete de pañales en España, o donde había comprado mi ropa, hasta de cuanto es nuestro sueldo… De todo. La mayoría no hablaba inglés. Yossuf nos traducía.

Preparando la comida.

Ollas tamaño industrial para poder cocinar para todos.

No cabíamos todos en el salón, y había gente comiendo en todas las habitaciones de la casa. Nunca habíamos visto algo así.
¡Y llegó la hora de fregar los platos!

Bailaron ellos. Bailamos nosotros y lo pasamos genial.

Este fue nuestro último día en Irán, porque después de esa comida, ya por la noche, fuimos camino del aeropuerto.

Hamid y un tío de Yossuf nos llevaron en coche al aeropuerto de Teherán.

Hacer Couchsurfing nos ha abierto las puertas a poder conocer de primera mano la cultura iraní. De saber como son de puertas para adentro.

Nos alegramos mucho de haber vivido estas dos experiencias, tanto en Isfahan como en Kashan.

Creemos que nuestra experiencia ha sido tan intensa por viajar durante el Nowruz, época en que los iraníes se reúnen mucho en familia. Nuestros días en Kashan pasaron volando de una familia a otra. No pudimos visitar nada de Kashan excepto el Bazar (y el pueblo de Abyaneh). Tampoco nos dieron opción. Éramos sus invitados y íbamos a todos sitios con ellos.

Todo y el incidente con Hamid de la primera noche, la experiencia fue muy positiva.

Al inicio del primer post sobre Couchsurfing y la hospitalidad iraní explico que estos dos conceptos van unidos. Que no podemos hablar de uno sin hablar del otro. Van interrelacionados, ahora entendéis el porqué.

Couchsurfing tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Si todo el viaje a Irán hubiera sido de Couchsurfing, yo no hubiera podido aguantar el ritmo.

En Isfahan fuimos a dormir todos los días muy tarde, y en Kashan no paramos.

Según nuestra experiencia, si dispones del tiempo justo y si o si quieres visitar según que cosas, quizás lo mejor será dormir en un hotel y ir por libre.

Las cosas sucedieron así, no lo escogimos. La primera semana dormimos toda de hotel, y la segunda semana dormimos toda de Couchsurfing. Lo ideal hubiera sido alternarlo.

En mi caso, viajando embarazada, hubiera necesitado unos días de descanso, de ir a dormir pronto, entre las dos experiencias de Couchsurfing. Porque el ritmo fue muy ajetreado. Suponemos que también influyó que viajamos durante el Nowruz. En otra época, seguro que hubiera sido distinto.

Recomendaciones generales:

  • Conseguir el teléfono del anfitrión antes del viaje. Una vez en el país, olvídate de contactar por la web de couchsurfing. Necesitarás llamar y concretar la llegada.
  • Contactar por WhatsApp. En Irán concretamente lo hicimos con todos los anfitriones. Una vez acordado que nos alojarían, ya pasamos a hablar por WhatsApp y no por la web de couchsurfing.
  • Colaborar “un poco” en las tareas del hogar. Cocinar algo típico de tu país… O si cocinan para ti, que menos que lavar los platos, ¿no?
  • Hacer algún regalo. Si vienes de tu país llévales algún recuerdo. Siempre se agradece. Nosotros compramos imanes y souvenirs varios de Barcelona que fuimos repartiendo entre las dos familias con las que nos alojamos.
  • Ser respetuoso. Es básico. Ser respetuoso con la cultura, la religión y las costumbres, aunque no las entiendas.

Ventajas e Inconvenientes de hacer Couchsurfing:

Ventajas:

  • Conoces de primera mano la cultura del país. Si tienes suerte y el anfitrión puede dedicarte tiempo y acompañarte a descubrir la ciudad, es lo mejor que te puede pasar.
  • Vives como un local.
  • Haces amigos.
  • Ahorras dinero en tu presupuesto de viaje (pero si lo único que te interesa es ahorrarte un dinero y ir a tu aire, plantéate que couchsurfing no es para ti).

Inconvenientes:

  • Vas al ritmo del anfitrión, no al tuyo. Tienes que adaptarte al ritmo de la casa que te aloja.
  • Nunca sabes que te vas a encontrar. Nosotros en Kashan por ejemplo acabamos durmiendo en el suelo.
  • Cancelaciones de último minuto. Ármate de paciencia, estas cosas pasan. Busca un plan B.

¿Volveríamos a repetir?
¡Sin dudarlo!

¿Seguiremos usando couchsurfing en un futuro?
¡Seguro!

¡CREEMOS QUE SON EXPERIENCIAS DE LO MÁS ENRIQUECEDORAS PARA TODA LA FAMILIA!

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